14 may 2019

Calcetines de poeta muerto - VEINTIDÓS


Calcetines de poeta muerto; 14 x 22 cm. Augusto Metztli, 2019. (VEINTIDÓS de la serie Tlakati - Proyecto 38 y cuesta 59€).


José Ramón Zamudio murió la madrugada previa a la primavera del 2006. Estaba sedado en casa y con morfina para el dolor, ya solo quedaba esperar... Horas antes de morir le mojé los labios con un algodón para que bebiera agua, y así lo hizo, su cuerpo quería agua de vida.

Por la mañana ayudé a vestirlo y afeitarlo, porque pronto se lo llevarían al tanatorio. Cuando llegaron por él, me dijeron que no eran necesarios los calcetines, que se los podía quitar. Así lo hice. Se los quité y me los guardé en mis bolsillos. Los muertos se entierran descalzos.

Mi abuelo amaba la música, la electrónica, la medicina, la química, la poesía, la historia, el ajedrez, la honestidad. Los calcetines que guardé y aún conservo, les llamo "calcetines de poeta", de un poeta de la vida.

A mitad de cualquier comida o desayuno, podía recitar poemas de Rubén Darío o Amado Nervo, explicar algún ejercicio de química orgánica, recordar alguna jugada maestra de Capablanca, recordar alguna melodía de Agustín Lara o contar alguna de sus infinitas anécdotas como aquella en que balacearon su oficina por no prestarse a las triquiñuelas de los mafiosos del pueblo.

En su entierro le pedí permiso a mi abuela de invitar a mi amigo Luis Ku y su guitarra, para que lo despidiéramos cantándole la canción de "Gracias a la vida" de Violeta Parra.

Así fue.






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