21 mar 2019

El gran aguacate de doña Chayo - DIECISÉIS

El gran aguacate de doña Chayo; 19 x 24 cm. Augusto Metztli, 2019. (DIECISÉIS de la serie Tlakati - Proyecto 38 y cuesta 53€).


Doña Chayo era una mujer buena, un poco bruja, hierbera y santera. Su deidad más poderosa era el "Santo Niño de Atocha". Detrás de su casa tenía un patio con muchas macetas con hierbas de todo tipo, recuerdo un enorme aguacate, del que le colgaba un columpio improvisado, que disfruté bastante. Doña Chayo era muy solicitada para hacer eso que llaman "Levantar la mollera de las y los bebés" y también sabía "Quitar el mal de ojo".

Doña Chayo era "mi nana" cuando mis abuelos pasaban largas temporadas en Escuinapa para cuidar a mis bisabuelos. Ella me enseñó su magia, su santería, a oler las hierbas, a contar las monedas, me presentó sus medallas, estampitas, y rezos de santos y santas. Su marido se llama Don Chema, era albañil, por las tardes cuando llegaba cansado del trabajo, se recostaba en cama, encendía su vieja radio y comía una bolsa entera de cacahuates de pelar mientras la escuchaba. Le avergonzaba que le llamaran "albañil", prefería que le dijeran "maestro de obra". 

Un día encontré muchas botellas de diversas formas y de distintos colores en su patio, todas tenían agua y estaban al sol, doña Chayo me dijo que era agua medicinal, tomando el agua correcta en el horario indicado y la cantidad precisa, su diabetes se curaría, junto con la infección de la mano que tenía al cortarse fregando con un cepillo.

Doña Chayo murió de complicaciones varias, a causa de una diabetes mal cuidada.

Don Chema aún vive, y siempre que ve a mi madre me manda saludos. Al gran aguacate ya lo cortaron, ahora es solo un recuerdo, como Doña Chayo y su brujería.







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