Un puñado de veranos más; 14 x 22 cm. Augusto Metztli, 2019. (ONCE de la serie Tlakati - proyecto 38 y cuesta 48€).
Murió en un accidente de coche, ella iba de copiloto, su novio conducía, él sobrevivió. Era una de mis grandes amigas de infancia y juventud, a pesar de no vivir en la misma ciudad. Me gustaba ir de vacaciones al DF para jugar con ella, con mis primos y con su pandilla en aquel patio de la colonia Narvarte.
Si vas al DF desde Guadalajara, y sales por la noche, el autobús llega muy temprano, poco después de las 6 de la mañana. En ese entonces (hace 25 años) pillabas un taxi y en 20 minutos estabas en Zempoala, esquina Concepción Beistegui.
Llegué temprano y me puse a dibujar en la mesa del comedor para no despertar a mis primos, recuerdo que copié a todos los personajes de Strett Fighter II de la revista Club Nintendo, pasé tanto tiempo dibujando que despertaron, desayunamos y yo seguía, me apetecía terminar. Ellos bajaron a jugar al patio del edificio y de repente escuchaba que me gritaban: ¡Baja!, ¡Baja!
Me asomé por la ventana y estaban todos, incluyendo Salma, se escuchaban sus patines hasta el cuarto piso donde me encontraba. Traía la camiseta blanca con rayas rojas que le había regalado la vez anterior que nos vimos.
Jugábamos al STOP, a bote pateado, al Super UNO, al cinturón escondido, al bebeleche, con la pelota, a perseguirnos, daba igual qué hacer, a las pandillas lo que verdaderamente les interesa es pasar el tiempo juntos y juntas. Comíamos y bebíamos cualquier cantidad de comida basura. Hablábamos de dibujos, películas y series de televisión.
Ella solo vivió un puñado de veranos más.
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