La novena sinfonía; 14 x 22 cm. Augusto Metztli, 2019. (NUEVE de la serie Tlakati - proyecto 38 y cuesta 46€).
Hacíamos la compra semanal en un Walmart cerca del centro de la ciudad de Puebla, mi papá y yo íbamos los viernes por las tardes cuando él salía del trabajo. En esas tiendas venden de todo, como él es muy curioso me llevó a la sección de discos y me enseñó dos, uno era de Vivaldi y el otro era de Beethoven, eran los típicos cd´s que nadie compra y que por lo tanto venden muy baratos. Nos los llevamos.
Vivaldi me entusiasmó pero Beethoven me conmovió y me removió por dentro, fue precioso descubrirlos. La Novena Sinfonía de la que ya conocía un movimiento, el que llaman "himno u oda a la alegría" me hacía sentir de todo menos alegría, más bien introspección, ganas de vida.
Uno o dos años antes (en 1994) habían estrenado la película "Immortal Beloved" donde Gary Oldamn interpreta a Beethoven. Un día la alquilamos y después de verla, fue aún más emocionante escucharlo, pues ahora conocía su vida. Hay una escena donde el Beethoven viejo, recuerda al Beethoven niño corriendo de noche por el bosque y huyendo de casa rumbo a un lago, mientras la Novena Sinfonía lo impregna todo, la realidad, su realidad, sus recuerdos, los míos.
El cielo de noche estrellada y con luna llena se refleja en el lago, Beethoven niño se mete al lago y comienza a flotar en el agua, y todo comienza a moverse, parece flotar en el aire, en la música.
Por eso me gusta y por eso vuelvo a la Novena Sinfonía. Es un lugar.
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