17 dic 2010

La Virgensita

Tinta de chopo con tinta china sobre papel

El día 12 de diciembre de este año cayó en domingo, y hubo como siempre una de las peregrinaciones más grandes del mundo para visitar el santuario de la Virgen de Guadalupe (ubicado en el cerro del Tepeyac, en la capital del país).

Ya hace más de 450 años de aquella aparición a Juan Diego (ahora santo, un santo indígena). Me pregunto: ¿Y si ahora se apareciera la Virgen, a quién elegiría? A un migrante centroamericano que en su camino al norte debe pasar por la ciudad de México, o a un regordete diputado mexicano con la cartera llena de pesos, o a una madre con dos hijos, uno de ellos en la penal de menores por tráfico de drogas y el otro en la ciudad de Chicago vendiendo flores en un carrito del super.

¿En qué lugar sería la aparición? Junto a las vías del tren sobre unos matorrales, o en el mercado, junto a algún puesto de flores, o en la cámara de diputados o en el World Trade Center.

¿Qué le pediría que hiciera a ese elegido? ¿Un nuevo santuario, o que iniciara la revolución social, que derribara las fronteras, que condenara a la santa iglesia por tanto atropello, que le secara las abundantes lágrimas que le ocasionamos por tanto disgusto?

¿Y qué pruebas le daría para que demostrara la mariofanía? Flores fuera de temporada ya no valen porque la biología en estos tiempos está muy avanzada, pinturas sobre yute tampoco, pues las impresoras láser pueden imprimir lo que sea y sobre cualquier superficie. Tendría que ser algo espectacular o que por su brutal sencillez maravillara a quien sea, se me ocurre por ejemplo un animal extinto, o una palabra impronunciable, o un bellísimo trozo de grafeno.

Pero también existe la posibilidad de que no quiera regresar, que entre el narcotráfico, la migración masiva rumbo al norte, el fútbol, o sencillamente la vida moderna la auyenten. No en vano, como dice mi padre "hace tiempo que no se oye de santos".


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