28 ago 2019

Suena el piano, y comienzan a cantar, éstas son las mañanitas... - TREINTAISIETE


Suena el piano, y comienzan a cantar, éstas son las mañanitas..., 14 x 22 cm. Augusto Metztli, 2019. (TREINTAISIETE de la serie Tlakati - Proyecto 38 y cuesta 74€).



Mi abuelo se había caído de la azotea de su casa, del segundo piso al primero, al partirse la escalera de madera, porque estaba podrida por las lluvias del verano.

Se rompió los brazos y una pierna, tenía heridas en la espalda y la cabeza, apenas podía moverse y bajarlo de la azotea fue complicado. Durante muchos meses quedó inmovilizado de brazos y piernas, había que hacerle todo. Entre mi abuela, Soledad, sus hijas, algún hijo y nosotros sus nietos y nietas, nos turnábamos para atenderlo.

Yo me convertí en su secretario y me dio trabajo como ayudante de contador, así que con 14 años empecé a trabajar para él, llevábamos la contabilidad de un convento de monjas y de una casa-hogar para niños y niñas. Fueron tiempos difíciles para él, porque las cosas que amaba hacer requerían las manos y unas manos precisas, reparar cacharros electrónicos, tocar el piano o llenar infinitos libros de contabilidad, en ese momento para él, eran inalcanzables.

Pero era muy cabezón y practicaba mucho, pronto pudo caminar, con la ayuda de zapatos ortopédicos, los mismos que cuando se le acababan, me los regalaba y yo los usaba feliz, porque eran zapatos únicos y eran de mi abuelo. Poco a poco volvió a escribir y a comer completamente de su propia mano. El piano comenzaba a sonar torpe, pero se intuían las melodías.

Una tarde antes de irme a la prepa, pasé a saludar y a comer con mi abuela y mi abuelo. Me abrieron la puerta de casa mis primas las gemelas, me dijeron: "Augusto pasa y siéntate en el salón". Era muy misterioso todo, me pidieron que cerrara los ojos.

Sonó el piano y comenzaron a cantarme "Las mañanitas", abrí los ojos y ahí estaba mi abuelo tocando y con mi abuela cantando. Cuando terminaron me dijo mi abuela que llevaba semanas ensayando a escondidas, para que no lo viera.

Después del accidente que lo dejó inútil de los brazos durante tanto tiempo, la primera pieza de piano que tocó, fue para mí como regalo de cumpleaños. Y con el tiempo, también volvió a conducir su Tsuru gris azulado.






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