Media humanidad desayunó la semana pasada con la noticia de que la página wikileaks (ahora fuera de la nube) subió cientos de miles de páginas (filtraciones) de comunicados entre el gobierno de Estados Unidos y sus respectivas embajadas en el mundo. El más selecto chisme y cotilleo diplomático de los gringos a la vista de todos, desde la obsesiones de Hillary Clinton con la presidenta de Argentina hasta las fiestas salvajes de Berlusconi.
Estamos siendo testigos de un disimulo masivo de todos los gobiernos, uno que otro ha rechistado, pero no con contundencia.
Para nosotros, los mexicanos, no son novedad esta clase de maniobras y manejos de los vecinos del norte, pues llevan décadas, por no decir un siglo, inmiscuyéndose y espiando los asuntos de todos. Lo que cambia con los años es el pretexto bajo el que se escudan para hacerlo, y desde luego su nivel de participación y manipulación de la realidad para cambiar el curso de tal o cual país. Como ejemplos bastan: El neocolonialismo, su lucha contra los revolucionarios cubanos, el eterno embargo a Cuba, el canal de Panamá, el golpe de estado de Augusto Pinochet y un largo etcétera de grupos paramilitares, políticos corrompidos, medios de comunicación comprados, y una variedad inimaginable de recursos represivos que han violentado a toda América latina.
Al gobierno Yanki le han sacado sus trapitos al sol, le han descubierto espiando por los rincones y le han destapado su red de apestosas cloacas por donde se manejaban sigilosos, cuchicheando y manipulando la realidad con sus manos sucias.
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