3 may 2010

México cósmico

Tinta de chopo con tinta china sobre papel


La semana pasada cuando vi la noticia de que en México se aprobaban 10 millones de pesos de presupuesto para echar a andar la Agencia Espacial Mexicana (AEXA), me hizo tanta ilusión, como cuando un niño sueña con naves espaciales y ser astronauta “de grande”.


Pensar en esta nueva agencia mexicana me llevó a recordar un día de 1994 que fui por casualidad a una conferencia que ofreció el único astronauta mexicano, Rodolfo Neri en el auditorio de DIF de mi barrio, no recuerdo nada de lo que dijo, pero sí la curiosidad que tenía de conocer a uno de los pocos hombres que ha visto al mundo desde muy arriba.

Buscando información sobre la agencia, encontré una página que supongo es la oficial de AEXA. Hay bastante información sobre los objetivos que pretenden, sus procesos burocráticos de gestión hasta ser aprobada su creación, y la incidencia que tendrá en la vida de todos los mexicanos. Leer palabras como “política espacial mexicana” o que pretenden que Tulancingo sea lo equivalente a Houston y Yucatán el Cabo Cañaveral de la NASA pero a la mexicana, no deja de sorprenderme, en todos los sentidos de la palabra.

Aunque la investigación y curiosidad del mexicano por el universo y el cosmos se remonta a cientos de años, hay un montón de vestigios prehispánicos relacionados con esa búsqueda y muchas aportaciones en la medición del tiempo y observación de los astros. Pero la primera agencia espacial mexicana de la época moderna es la Comisión Nacional del Espacio Exterior de 1962, sólo 4 años después de la fundación de la NASA, pero murió en 1977 en tiempos de Portillo, es decir, que pasaron 33 años para volver a ver concretarse un proyecto similar.

Dibujé los satélites Morelos, Morelos dos y Solidaridad orbitando la tierra y apuntando hacia México, también un poco de contaminación espacial, un papalote (cometa) y un meteoro o estrella fugaz que se asemeja a un pulpo, para dejar constancia de la ilusión que me causó la noticia. Pero espero, como todos los mexicanos, que esta nueva agencia se llene de científicos y gente talentosa, y no de burócratas o de parientes de la clase política mexicana.

Ahora los niños cuando se imaginen y construyan sus naves espaciales moviendo los sillones y cubriéndolos con mantas y cobijas de casa, no estarán tan lejos de hacer su sueño realidad. Así en un futuro podrán despegar en un cohete espacial desde la península de Yucatán dirigido desde la torre de control de Tulancingo, mientras se transmite en vivo por el canal de las estrellas.


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