Tinta de chopo con tinta china sobre papel
Como medida para ahorrar combustible, el gobierno de Zapatero decidió bajar el límite de velocidad a 110 km por hora, debido al aumento del precio del barril de referencia en Europa. Ya que por cuestiones de la inestabilidad política y social en el norte de África, pone en peligro la distribución de dicho hidrocarburo.
Nuevamente abre el debate mediático, que más parece un chiste malo o un deja vu, la pandilla del Partido Popular pone en duda la medida, Gonzalez Pons afirma que es una transgresión a la libertad, como las que suceden en Cuba o en la ex Unión Soviética, y se pregunta qué sigue, que debamos apagar la luz a partir de las diez de la noche o que en cada casa vivan dos familias. También compararon el gobierno de Zapatero con la dictadura de Franco. Llega un momento en que me parecen tan insulsos, ridículos y patéticos.
Escuché a Alfonso Beltrán, director del IDAE (Institución que se dedica a desarrollar un plan energético para España) indicar que de manera obvia, reducir la velocidad en la mayoría de los casos implica reducir combustible, también manifestaba que todo un equipo de científicos desarrolla propuestas como estas, con energías alternativas, tecnología de punta que reduce el uso energético, I+D+i y un largo etcétera.
Cómo es posible que un panda de comentaristas, periodistas, asociaciones pro automóvil, pongan en duda que el ahorro de combustible es proporcional a disminuir la velocidad. Estoy de acuerdo en el debate de las formas, en las que un gobierno decide y aplica tal a cuál cosa. Pero no en poner en duda y a la ligera el trabajo de científicos que se dedican a investigar sobre el consumo de energía eficiente.
Si hay la sospecha de que se desate una alza histórica en el precio del petróleo, me parece atinado comenzar a gestionar todo los recursos al alcance para ahorrar energía.
Reducir la velocidad se convierte en una afrenta para los ciudadanos por varios motivos, uno de ellos es que la crisis ha recalado en recortes de todo tipo, que han disminuido el estado de bienestar, así que estamos más sensibles. La nueva ley sobre la prohibición de fumar en lugares cerrados y públicos, muchos la consideran una falta a la libertada del individuo, el que haya subido el precio de la luz y el gas. A todo esto le sumamos reducir diez kilómetros el límite de velocidad, ha hecho hervir el ánimo de la gente.
Y es que el automóvil es una extensión del cuerpo de muchas personas, algo así como centauros de caucho, metal y carne humana. No se conciben el uno sin el otro, aquí es difícil moverte si no tienes coche, el transporte urbano es medianamente eficiente. La mejor opción es a pie, en bicicleta y para trayectos largos el tren. Aquí se asume que todos se mueven en su coche, y a partir de ahí se desarrollan las políticas.
Creo que es una cuestión de enfoques, aunque suene simplista. Por poner un ejemplo, en muchas ciudades comienza una tendencia de urbanismo, por ejemplo: el centro de la ciudad se limita a la circulación a pie o en bicicleta, se reducen los carriles de las calles, se hacen de un solo sentido y se habilita infraestructura que permita la movilidad en bicicleta, a lo largo y ancho de la zona conurbada. Se diseñan políticas que den preferencia al ciclista en las autovías.
Diez kilómetros más lento y cinco minutos más de tiempo, a cambio de unos cuantos euros de ahorro, de una ligera disminución en atropellos, menos contaminación, pero sobre todo, la sensación de cómo entre todos colaboramos en reducir el consumo y tomamos un poco de conciencia de nuestra responsabilidad en la quema hidrocarburos y las consecuencias de ello.
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