24 feb 2023

Concepción Beisteguí y Zempoala

Concepción Beisteguí y Zempoala, acrílico sobre lienzo, 22 x 16 cm. Dedicado a Indira Castellón. Verano del 2022. Y su precio es de 85€.

Utilizar una gama cromática con el mismo tono en diversos valores, es de los recursos más originales que vi en pintura. Me causa una sensación similar a cuando ves algo con poca luz en la penumbra o por el contrario, con mucha luz, deslumbrado, así pintaba Indira Castellón.

Natalia, una alumna de mis clases de arte del bachillerato, conocía muchas de las cosas de las que hablábamos, detalles, anécdotas, obras, autores y autoras. En algún momento me comentó que su hermana mayor era pintora, así que de vez en cuando ampliábamos o extendíamos la conversación sobre el trabajo de Indira, qué exponía o dónde lo exponía. Ahora, buscándolas a ambas en redes sociales e internet, he descubierto que todas en su familia se dedican a profesiones relacionadas con el arte y la creatividad.

Las pinturas de Indira siempre me gustaron mucho. Ver su trabajo me produce sensaciones singulares, me emocionan y al mismo tiempo me despiertan curiosidad y ganas de ver más y más de sus obras. Me desconcertaba sentir lo que sentía, sin saber muy bien el motivo, hasta que ella en alguna entrevista, explicó lo qué pensaba y hacía con el color. Con cada cuadro intentaba explorar y exprimir todo lo que pudiese a una sola gama cromática. La llevaba de un límite a otro, las estiraba como si fuera un chicle. Cada uno de sus cuadros es un ensayo pormenorizado de un tono. Suele utilizar los colores fríos, incluso en los cálidos utiliza su gama fría, son cuadros llenos de melancolía, de misterio y de magia.

Ella y Marina Pallares eran amigas, supongo que fueron compañeras en la Facultad de Pintura. Cuando conocí la obra de Indira, reencontré también la obra de Marina. Ambas autoras están en la Revista Casiopea y por eso también expuse en algunas colectivas junto con ellas.

Como la obra de Indira me lleva a la nostalgia, desde ahí quise pintar "Concepción Beisteguí y Zempoala". Utilicé el color azul, como si fuera de noche. Hice la azotea de aquel edificio en la Narvarte de Ciudad de México, donde vivieron a lo largo del tiempo: mis abuelos, mis tíos, mis tías, mis primos e incluso yo. Y seguramente nunca podré volver a entrar, porque hace más de dos décadas ya no le pertenece a nadie de la familia. Era un cuarto piso, cada cierto tiempo podías ver y escuchar a los aviones pasar. Mis veranos y vacaciones las pasaba ahí. Incluso de bebé pasaba las tardes con mi abuela.

La silla y el relámpago, representan a mi abuela materna y su larga vida, espera en la azotea porque en México, suceden historias muy emocionantes allá arriba. Habitamos las azoteas, entre tendales, ropa, pinzas y cubetas.

Siempre quiero volver a ese sitio. Siento nostalgia, y por eso lo he pintado con una misma gama cromática, como lo hace Indira.



 

 

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