7 ago 2019

Cubrirme con una manta era mi refugio - TREINTACUATRO


Cubrirme con una manta era mi refugio, 22 x 13,5 cm. Augusto Metztli, 2019. (TREINTAICUATRO de la serie Tlakati - Proyecto 38 y cuesta 71€).


Eran las seis o siete de la mañana, y para encender la luz de la habitación, mi mamá me cubría con la manta, ponía un extremo metido detrás del cabecero, de tal forma que tapaba la luz y dejaba un espacio dentro, como si fuera una casa de campaña.

Desde los cinco años y hasta cumplir los diez u once, mi mamá y yo compartimos habitación, porque vivíamos en casa de mis abuelxs. Durante esos años ella se levantaba temprano para irse al trabajo y yo me quedaba en casa por la mañana, porque estudiaba la primaria por la tarde. Así que para no hacerme madrugar me tapaba de esa manera tan divertida.

Muchas veces me despertaba y ahí dentro, empezaba a imaginar viajes, proyectos, mezclaba los sueños con las letras de las canciones de la radio, baladas y pop de finales del 80. Fantaseaba que resolvía mis pequeños dramas, como escribir más rápido y dejar de ser el último en seguir el dictado de la profe, o no ser tan patoso y no caminar como un "chango" mareado para poder ser parte de la escolta de la escuela.

Algo tan sencillo como una manta modificando el espacio, resultado de un acto de cariño y empatía, se convertía en mi refugio desde el cuál poder ser niño.


"Me he bañado ayer por la noche con la luz de la luna...
y al volver a casa,
en mi cama
a la derecha encontré un plato lleno de tunas rojas,
a la izquierda, un plato lleno de tunas blancas,
afuera,
cerca de mi ventana; una carretón cargado con estrellas..."

Anastasio José Mora



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