El rayo que no cesa, acrílico sobre tela. 2010-2012
De los poetas de su generación, Miguel Hernandez fue el que más me impactó. Los títulos de sus poemas, cada línea, tienen una fuerza asombrosa, yo lo entiendo así: creo que su alama sabía de su trágico final y concentró toda la pasión y sabiduría de los años que no tendría.
Por eso sus versos son tan poderosos, de los más poderosos que hay. Como dice Silvio Rodríguez, murió como vivió, con su verdad en la boca, la que dio vida y la que le dio muerte. El libro El rayo que no cesa, habla principalmente del amor, del amor a la mujer. Leí que Josefina, su compañera, le pidió que se diera por vencido, que se retractara, para que así lo liberaran.
Pinté a Miguel Hernández de la manera más obvia, tan obvia que no tiene rostro, pues es un pastor poeta o un poeta pastor.
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